HABITANDO EL LUGAR DE LA HISTORIA


Siempre me ha inquietado la visión progresista y reformuladora de las «Obras invisibles» de Arturo Cariceo, porque abordan el “punto ciego” con que la cultura, por medio de artilugios ideológicos, construye el ser social, nuestra identidad y la consciencia desde la cual apreciamos la vida. La Obra Invisible articula todos los prejuicios, creencias, interpretaciones que arman el paisaje personal de sus espectadores. 


De alguna forma, la Obra Invisible transgrede el pensamiento y “sentido común” para ser desplazado al collage que te interroga, directamente, por tu propia forma de construir el imaginario, tus sueños, tus interrogantes. Sin embargo, en esta multiplicidad de operaciones, algo que hace, especialmente, notable a la Obras Invisibles de Cariceo son, los medios que utiliza para ello: si bien, el collage es el protagonista, aborda toda la tecnología propia del cotidiano y del sujeto “normal”, y de esta forma el problema que plantea su obra se camufla con especial artificio y eficacia. Cariceo es capaz de transmutar una y otra vez sus imágenes, y a pesar de ello conservar un mismo lenguaje, una escritura que juega con la paradoja, el desconcierto y el humor.


«Testigo Involuntario» es una Obra Invisible que nos interroga por la construcción de estos significados y nuestras “resignificaciones” a través del tiempo. El niño no conoce la historia del lugar, no es para él un espacio significativo ni cargado de historia o cultura, sin embargo, con el pasar de los años y la carga social que adquieren ciertos espacios públicos, para aquel sujeto - Cariceo - se tornará en un “viaje simbólico” a través de todas las principales transformaciones sociales y políticas que ha vivido su país. En otras palabras, el testigo involuntario de antaño, hoy, paradójicamente y con cierto humor accidentado, es protagonista de su cultura sin querer serlo, casi por accidente.


Rosa Hernández Fraile

Curadora de "Testigo Involuntario"

Salamanca, España